Este espacio ha sido creado para desahogo de dos mentes críticas con los despropósitos que a diario tienen que soportar. Con nuestro humor ácido vamos a desintegrar aquello que nos molesta.

martes, 3 de mayo de 2011

Cuéntame un cuento

Aurora, he escrito un cuento. ¿Me lo lees? Sí.
Había una vez un mundo raro, dividido en países, habitados por personas de diferentes razas, religiones, idiomas, gobiernos... Unos países eran ricos y otros eran pobres. Había gobiernos muy diferentes, repúblicas, monarquías, dictaduras, dictablandas...
Un día, el mundo empezó a sentirse enfermo y su salud se complicaba cada vez más. Los países ricos empezaron a declararse en quiebra (no llegó a saberse si eran quiebras voluntarias o fraudulentas). Los países pobres seguían como siempre, maltratados por los ricos y también por la naturaleza, que se cebaba con ellos  a través de devastadores desastres naturales, que arrasaban con lo poco que tenían, sumando desgracia a su pobreza. La naturaleza se vengaba con los pobres, del daño que le hacían los ricos.
En los países ricos, al menos en uno que yo conozco, los políticos, en lugar de resolver problemas se dedicaban a proferirse insultos, llamando debate político a discusiones sobre "te lo estás gastando todo y no me estás dejando nada".
Con esta situación, los habitantes de los países ricos se sentían muy tristes, porque sus vidas, hasta entonces llevaderas, se tornaban complicadas y, en ocasiones imposibles. Ni por esas sus habitantes llegaron a entender y admitir la llegada a sus territorios de pateras cargadas de gente buscando una oportunidad para sobrevivir.
Junto a los problemas de subsistencia existían otros de gran calibre, "el odio entre humanos", basado en diferencias tan poco importantes como la raza, la religión, la política... No había país donde no existiera un grupo organizado, buscando alguna de estas diferencias para justificar actos causantes de muerte y horror.
Pero... aún peor que esto, eran los grupos que extendían su odio, y sus actos inhumanos, más allá de sus fronteras.
Los habitantes del mundo estaban tristes y asustados.
En un país, habitado por descendientes de piratas famosos, reconvertidos en damas y lores, ricos, elegantes, educados y flemáticos, existía un príncipe joven y valiente, que viendo la tristeza de sus súbditos, decidió hacer algo para devolverles la alegría. Y así, un buen día, anunció al mundo entero que se celebraría en su reino una boda real (de verdad), con todo el lujo, pompa y boato que se pudiera imaginar. El príncipe quería que el mundo olvidara sus problemas, que se llenaran de alegría por este importante evento. Y así fué. El mundo entero se entregó a este espectáculo de luz y color, y se divirtió durante una semana. Pero... cuando la luz del último fuego artificial se apagó, se encendió de nuevo la cruda realidad. Y se olvidaron de la boda, de los trajes, del desfile de personajes famosos que convirtió al mundo en un cuento de hadas, sólo por un día.
Entonces, el emperador del país considerado el más poderoso de todos, decidió hacer algo que parecía increíble, que no se olvidaría nunca jamás y que el resto de países le agradecería siempre, postrándose a sus pies. Se proclamó el justiciero universal para imponer le ley y el orden (su ley y su orden). Y, para demostrar su poder, una madrugada, puso en práctica un plan que llevaba ensayando mucho tiempo. Su ejército, el mejor de todos, asaltó por sorpresa una difícil fortaleza y ejecutó a su morador, un peligroso terrorista que había sembrado el terror por el mundo, arrojando posteriormente su cuerpo al mar, para que no existiera lugar en la tierra donde nadie pudiera recordarlo, (según cuenta la leyenda).
Hecho esto, el emperador anunció su proeza al mundo, anunciando que había llegado la paz. Pero... lejos de la reacción que esperaba, a medida que la noticia se ampliaba, surgieron dudas, recelos y, de nuevo, el miedo.
Cundía el rumor de que el terrorista, antes asesino, ahora asesinado, ya había sido relevado como cabecilla de su banda de malhechores y, por tanto, el espectacular asalto y ejecución habían sido en balde.
La paz duradera no había llegado todavía. Y aún tardaría en llegar, porque era preciso entender que el terrorismo no se combate con terrorismo.
Y el mundo siguió triste y enfermo, dividido y asustado, desgraciado y sin paz. Ni el príncipe valiente con su boda, ni el emperador justiciero con su asalto consiguieron traer alegría, justicia y paz.
¿Te ha gustado Aurora? Pues, la verdad, prefiero un cuento chino.

2 comentarios:

  1. Qué cuento tan bueno, Jacinta, pero me parece que es un plagio de la realidad, jeje, aunque has cambiado algo, ese príncipe descendiente de un pirata, ¿no es el mismo que tiene un primogénito al que nunca dejarán ocupar el puesto de su padre porque no tiene su mismo color de piel? Y ese terrorista asesinador asesinadito, ¿no es ese al que al enterrado en el mar? , según sus asesinadores porque su religión les ha pedido que lo hagan así, y por lo visto es todo lo contrario, que sólo en condiciones muy extraordinarias, como que la muerte ocurra en un barco y mantener el cuerpo suponga un peligro para los demás, permiten que se tire un finado al mar.
    Acaban de poner en la tv las imágenes de la vivienda del asesinadito, que por lo visto valía como un millón de euros y bueno, ya sabemos que en Pakistán el metro cuadrado está más allá de las nubes, menos mal que yo vivo en Sevilla, pues no me imagino pagar tanto por lo que aquí tienen casi gratis en el Vacie.

    Terrorismo de estado, creo que se llama. Aunque seas premio Nobel (cada vez están más desprestigiados, como Alaska, la cantante)

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  2. Pues yo creo que voy a dejar de comerme el coco y le voy a proponer matrimonio a Sinéad O'Connor

    Mother do you think they'll drop the bomb?
    Mother should I run for President?
    Mother will they try to break my balls?
    Or mother it's a waste of time.
    (Eso es del Muro de Pink Föyd)
    La tomaba en brazos y la acunaba de por vida (también a sus 5 niños) qué dulce, qué guapa, muchos besos a/en tu cráneo rapado Sinéad.

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