Este espacio ha sido creado para desahogo de dos mentes críticas con los despropósitos que a diario tienen que soportar. Con nuestro humor ácido vamos a desintegrar aquello que nos molesta.

domingo, 23 de enero de 2011

¿En manos de quién estamos?

No creo en Dios, una vez creí en él, como casi todo el mundo que ha sido educado en la religión católica, en el bien y el mal, en el pecado, etc.
Hoy creo en el ser humano, con todas sus contradicciones, con su lado bueno y su lado malo. Ambos surgen en las tragedias, en los malos momentos, en las guerras, en las revoluciones. Creo que hay líderes que hacen mejores a sus países y a su ciudadanía; y líderes que los llevan al desastre. No creo en los políticos, pero creo en la política. No me valen discursos populistas, me valen los hechos....Y si hablo de hechos, no puedo decir que las cosas vayan bien...a lo mejor nunca han ido bien.
No puede ir bien un país dónde la economía sumergida aún significa el 20 % del PIB (2009). No puede ir bien un país donde aún hay listas de espera demasiado largas en la Seguridad Social. No puede ir bien un país donde la educación no es una preocupación de primer orden. Donde se cargaron la educación infantil, la primaria y la secundaria y ahora han puesto el punto de mira en las universidades, pero eso merece otra entrada. Donde las administraciones se quintuplican y muchos "funcionarios", todos los que creen que su puesto ya se lo ganaron con la oposición y se pueden dedicar a otros menesteres, no recuerdan que trabajan para la ciudadanía, y que esta les paga sus sueldos.
Un país dónde se despilfarra a diestro y siniestro, quintuplicando administraciones que se se dedican a lo mismo. ¿Me puede explicar alguién para que sirven las Diputaciones Provinciales? Por poner un ejemplo, porque podríamos continuar con las mancomunidades de municipios, etc...
Un país donde los cerebros tienen que huir porque los que gana dinero son los que no saben hacer la o con un canuto y además tienen la desvergüenza de colgarse sus "medallas". Cuándo las hay, porque si son marrones se los comen ellos con patatas.
Pero ¿en manos de quién estamos? Y, lo que es muchísimo más terrorífico ¿por qué no hacemos nada?
¡Dios mío, pero que jarta estoy!

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