Siempre he sido una persona corriente, con un devenir corriente, sin nada destacable (si acaso mi mal humor que aún hoy sigo intentando moderar). Pero de dos años a hoy voy en picado. En nada de tiempo me he convertido en una trabajadora sinvergüenza porque soy empleada pública (lo peor de lo peor); una ciudadana indeseable porque fumo (voy matando gente por ahí); una ladrona mafiosa porque compro cd’s piratas (no le pago lujos a nadie, que se los curren en los conciertos, que eso sí que lo pago con gusto), y porque los programas de mi ordenador son piratas también (es que no puedo imaginarme que con lo que vale un ordenador te lo entreguen desvalijado de programación); me he convertido también en la antítesis de la solidaridad porque no me resigno a que me rebajen mi salario cuando yo no tengo nada que ver con la crisis y no tengo porqué sufragar los desmanes de nadie; soy una manirrota porque lo gasto todo (y no sé ni en qué, pero llego a fin de mes a duras penas sin siquiera salir de mi casa, ni hablemos de hacer viajes o acudir a restaurantes que eso ya quedó como anécdotas de otros tiempos).
No me gusta en lo que me he convertido. Todo esto ha ocurrido sin darme ni cuenta, ¿cómo he llegado a este punto? Ruego soluciones para una mujer desesperada, jarta, muy jarta de lo que acontece a mi alrededor y asustada con los efectos que me produce.
Pueden enviar sus consejos y ayudas a la siguiente dirección de correo “mecagoentoloquesemenea.com”
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