Este espacio ha sido creado para desahogo de dos mentes críticas con los despropósitos que a diario tienen que soportar. Con nuestro humor ácido vamos a desintegrar aquello que nos molesta.

viernes, 4 de febrero de 2011

Jacinta

Les presento a Jacinta, una señora de 70 años, viuda, madre de tres hijos y que vive en El Tembleque, pegadita al Sacromonte. LLeva una vida tranquila, casi sin salir de su pequeño pueblo. Por las mañanas hace las tareas de su casa, va una hora al centro de adultos para hacer un poco de gimnasia suavita, hace alguna que otra  compra, (momento que aprovecha para enterarse de las novedades de sus vecinos), prepara su almuerzo y después de comer se echa una siestecita mientras de fondo suena una telenovela latina (que son las que más le gustan porque le parecen más reales, no como las modernas, que según dice ella, se traen mucho churneo de todos liados con todos que al final no se sabe ni de quién son los niños). Cuando se espabila, se toma un cafelito sin cafeína (este invento si que le gusta) y se va con su vecina de toda la vida, la Aurora, dos años mayor que ella pero con menos achaques, a la plaza del ayuntamiento a tomar el solecito o lo que haya (menos la lluvia). Allí se reúnen los mayores del pueblo en lo que ellos mismos han denominado La Moncloa, y  debaten durante dos y tres horas lo que se tercie y arreglan los problemas del mundo. Jacinta y Aurora intervienen poco o nada, más bien escuchan a los hombres, que van de que lo saben todo, aunque la mayoría no hacen más que repetir como papagayos lo que oyen en la radio (unos de la cadena ser y otros de onda cero, lo que sin duda provoca tremendas discusiones de los voceros de uno y otro bando). Ellas, como buenas mujeres de su tiempo, asienten o miran para la sierra, según lo que se diga y cuando se cansan de oír tonterías se dan un codazo y cogen el caminito para su casa. En ese trayecto sacan sus conclusiones y deciden qué es bueno, qué es malo y qué habría que cambiar. Ya en la puerta de su casa, aún se paran a comentar los cotilleos de la calle, que aunque el pueblo es pequeño, tiene de todo y pasan unas cosas....
El otro día, sin ir más lejos, se enteraron que el Paco, el marido de la Loli la de la pescadería, se había liado con una muchacha del pueblo vecino, que es madre soltera. Por lo visto, el niño de la Paqui y del Ramón, que tiene una novia en ese pueblo, pilló al Paco de paseo con la muchacha y con la hija de ésta y, según cuenta, allí lo sabe todo el mundo y él entra y sale de la casa dos y tres veces al día. Como el pueblo está a veinte minutos va y viene cada dos por tres y, lo que pasa siempre, que la cornuda es la última que se entera.
La Aurora opina que la culpa de eso la tiene la Loli, porque siempre está trabajando y no le echa cuentas al marido. Hasta los domingos está metida en la pescadería y el Paco mientras, lavado y maqueado, dando cochazos todo el día de un lado para otro, que para lo único que entra en la pescadería es para asaltar el cajón del dinero. ¿Y qué pasará ahora? pregunta Jacinta, ¿tú crees que se van a separar?. Pues mira Jacinta, yo creo que no, que la Loli no tiene tiempo ni para eso. Bueno, ya veremos. En fin, buenas noches. Lo mismo te digo, a ver si hoy pego ojo con esta pierna que me tiene frita. Ah, por cierto, ¿mañana tienes que ir al ambulatorio? Que va Aurora, mañana tengo que quedarme con mis nietos que mi Mari tiene que ir con el marido a averiguar no se qué del banco. Tú sabes, los líos del terrreno ese que heredó mi yerno que le va a costar más que si se hubiera comprado un chalet en la sierra. Hay que ver Jacinta, esta juventud la poca cabeza que tiene, pues tú ten cuidadito a ver si vas a pillar repaso. ¿Yo?, anda ya mujer, yo no firmo ni un papel. Lo que me faltaba, con la miseria de pensión que tengo y lo que he tenido yo que fregar para sacarlos adelante a los tres, viuda desde los 29 años, con todos chiquitillos y sin un duro que me quedé. Y que te digo una cosa, que yo lo único que tengo es esta casa que me ha costado sangre, sudor y lágrimas y que será para ellos, pero cuando yo me muera. Ahora que cada uno se las apañe como pueda como hice yo. Vamos hombre. Bueno, lo dicho, hasta mañana.

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