Ola de calor

Aurora estoy negra. Pues yo te veo como siempre Jacinta, un poquillo colorada, pero de brazos y piernas igual que en invierno; y una cosa te voy a decir, lo entiendo perfectamente, porque con el susto que nos han metido con la ola de calor, no hay quien asome por la calle entre las doce de la mañana y las diez de la noche, que parece que nos vamos a desintegrar si nos da la luz; vaya, igualito que los murciélagos; no me explico yo el poder que ha cogido ahora el espacio del tiempo, que antes en dos minutos te decían la predicción, y ahora compiten las cadenas por ver quien tiene los mejores mapas, con efectos especiales, con fotografías que manda la gente, con unos presentadores dicharacheros y graciosos; la de la primera, por ejemplo, toda entregada esa mujer, que parece que en vez de en un hospital ha nacido en un mapa, y que, por cierto, me tiene toda pendiente de su embarazo, porque no sé si te has fijado pero está embarazada, y yo, todos los días hago cálculos de cuanto le queda para romper aguas, y pienso si pondrá algo en el mapa para indicarlo, en fin, lo que te digo, que distrae tanto este espacio que cuando termina no te has enterado del tiempo para mañana, y al final, tengo que poner la radio cuando me acuesto para enterarme de la predicción y, como encima no me fío mucho, porque mucho despliegue de medios pero atinan regular, por lo menos en invierno, que al final tengo que poner la radio también por la mañana porque, aunque me asomo a la ventana y hasta saco el brazo para ver la temperatura, me digo, a ver si de pronto cambia la cosa, con el tema del cambio climático nunca sabe una... , en fin, eso. Por Dios Aurora, ¿has terminado ya? Si, ¿por qué? Porque yo no me refería al color de mi piel. ¿Y entonces? Y yo qué sé, se me ha olvidado, ya no sé lo que te iba a decir. Bueno, no te preocupes, si quieres hablamos mientras del tiempo que es un tema muy socorrido. ¡Qué jarta estoy Aurora, qué jarta estoy!.