Este espacio ha sido creado para desahogo de dos mentes críticas con los despropósitos que a diario tienen que soportar. Con nuestro humor ácido vamos a desintegrar aquello que nos molesta.

sábado, 2 de julio de 2011

Con la de días que tiene un año...

Por fin se nos casa el príncipe de Mónaco, Jacinta. Ya era hora, Aurora, que éste tiene ya el arroz más que pasado ¿eh?. Pues sí, y tanto esperar y esperar, que ha despertado un montón de sospechas de homosexualidad. Y es que no tenemos apaño Aurora; si alguien tiene más de cuarenta años y no tiene pareja del sexo contrario, está claro, homosexual. Eso es así de toda la vida, Jacinta, acuérdate del Manuel Cadenas. Pero Aurora, ése es que lo era. ¿Y tú como lo sabes? Porque lo decía todo el mundo. ¿Y qué, mucho decir las cosas las convierte en realidad? No, mujer, pero, digo yo, que lo dirían por algo. Anda ya Jacinta, que nos gusta mucho inventar, como si las cosas fuesen así de simples, cuando la realidad es tan distinta y variada que es imposible reducirla a las cuatro formulitas matemáticas con las que pretendemos sintetizar las cosas. Y lo mejor de todo es que da igual que al príncipe Alberto le salgan veinte hijos por ahí, seguimos diciéndole "maricón" y pensando que, seguramente, lo de tener hijos con mujeres forma parte de un plan perfectamente tramado por la corte monaguesca para acallar los rumores. Perdona Aurora ¿monaguesca o monegasca?. De Mónaco, puñetas; como te iba diciendo, la boda, montaje total. Esa muchacha se casa porque la han convencido de que esto es bueno para ella, o a lo mejor ella también necesita la tapadera de la boda, o a lo mejor le mueve el ansia de ser princesa. Vale cualquier cosa excepto que se casan porque les da la gana y porque se quieren, o quieren compartir su vida (que no es poco). Da la impresión de que los matrimonios se sienten tan desgraciados, que no es posible que nadie que se case por amor, y mucho menos con alegría. ¿Amor? eso no existe para los príncipes ni las princesas. Mira Aurora, últimamente coges carril y no hay quien te pare, qué barbaridad; pero mira, te voy a decir una cosa, da la casualidad que la boda de Mónaco se celebra los mismos días que el orgullo gay, ¿qué te parece?. Mujer, eso es pura coincidencia. Pues menuda coincidencia; a ver si es una provocación del príncipe, que en el fondo es un cachondo y se quiere reír de todos. Total, Jacinta, que al final 2 + 2 son cuatro, ¿no? De toda la vida Aurora.

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